segunda-feira, agosto 27, 2007

Voy paseando por la calle...


Voy paseando por la calle... un semáforo... me paro al borde de la acera... Pienso en qué voy a beber hoy... complicada tricotomía... Aún así, hoy tiene pinta de ser una noche más, quizás resumida en una o dos frases escritas rápidamente en una libretita un poco hortera... No viene ningún coche... voy a cruzar... Decidido: zumo de malta para empezar...

Justo en ese instante una gallina blanca deja su marca en el asfalto, a un metro de mi pie derecho, restos de un corte de digestión de marisco en mal estado... he vuelto a nacer... Suspirando, y dando gracias a J. Palomo, mi mente entra en estado de alerta máxima al escuchar los gritos desgarradores de unas ruedas sufriendo en el asfalto, obligando a mi cuerpo a un salto instintivo que me haga volver a la acera mientras observo cómo el coche desaparece, con una bocina como banda sonora, al final de la calle. He visto cómo el tiempo se ralentizaba a mi alrededor, cómo mi cerebro no se molestaba en procesar los colores simplemente para aumentar la capacidad de absorción de información que me rodea, cómo desglosaba al momento una acción de pocos segundos en miles de fotogramas reproducidos uno a uno, lentamente, como si una hormiga viese pasar un enorme pie por encima de su cabeza, la adrenalina me drogaba, mi corazón se aceleraba...

Despierto sentado a una mesa rodeado de gente que observa mi cara desencajada, pegado a una copa, sin una gota de sudor, sin una palabra que decir, esta vez no es porque no tenga nada que comentar, simplemente no encuentro las palabras... Debería invadirme una sensación de alivio inmensa, como la que se siente al escapar del peligro inminente; nada más lejos de la realidad... Decepción es lo que siento, una enorme decepción difícilmente superable, no hago más que intentar aclararlo dentro de mi cabeza y no lo consigo... Eres un desconocido para la gente, te interrogan con la mirada, buscan el por qué, has podido pedirles auxilio en ese instante de tiempo detenido, sin embargo has recurrido a tu instinto, el cual te ha hecho dar un paso atrás en tu vida...

Puede que durante el resto de mi vida me pregunte si he hecho lo correcto, si realmente creo en el arrepentimiento, si ese paso atrás supone un punto de inflexión más importante de lo que creía, si la gente volverá a reir y a llorar conmigo, si algún día sabré cuánto son 400 dracmas, si existe vida después de la muerte o si simplemente es una oportunidad única de no seguir vivo, si los ángeles tienen sexo o sencillamente sólo les gusta mirar... Quizás sea demasiado tarde cuando ya tenga todas las respuestas y me daré cuenta de que todo ha sido una farsa, he querido invertir la pirámide de la felicidad y se ha desplomado entre mis manos...

Ahora sólo dispongo de una baraja con la que hacer castillos más resistentes, pero esta vez... quitaré las espadas.

Fin de la ambigüedad.

-Salmonero-